Todos sabemos -más o menos- en qué consiste un contrato de este tipo. Pero seguramente sean pocos los que conocen el origen de los seguros. Lo cierto es que todos tenemos presente que estas pólizas siempre han estado con nosotros, ¿verdad? Pues se puede decir que casi es verdad, ya que los seguros (o algo parecido) se remonta miles de años atrás.
Se puede decir que la historia de los seguros es casi tan antigua como la del propio ser humano. Algunas modalidades datan de hace 5.000 años, alrededor del 3000 a.C. en China. Así, los mercaderes de este país establecieron sistemas cambiantes para evitar que cargamentos enteros pudieran perderse por percances en ríos durante su transporte.
También los egipcios contaban con un sistema que bien podría tomarse como precursor de los seguros actuales. Así, llegaron a formar asociaciones en las que cada miembro pagaba una cuota y, llegado el momento de su fallecimiento, el resto se haría cargo de todos los ritos funerarios. ¿Estamos ante el primer seguro de decesos de la historia?
También en Babilonia querían cubrir cualquier imprevisto que pudiera padecerse durante el comercio y que se asemejaría un poco a las pólizas actuales. Así, en esta región existían normas por las cuales debía hacerse frente a un pago cooperativo en caso de pérdida de mercancías en trayectos por el desierto. También se concedían préstamos a comerciantes que sufrían el hundimiento de un barco.
Pero, si queremos ser estrictos, seguramente sean los fenicios los que establecieron la primera forma oficial de seguros. Fueron ellos los que crearon las primeras casas de seguros. Estas corredurías ofrecían la opción de devolver el valor de un barco mercante en el hipotético caso de que no llegara a puerto. Para poder disfrutar de esta cobertura, el mercader debía hacer frente a un pago previo antes de que la nave abandonara el propio puerto.
Desde este momento, alrededor del año 1000 a.C., los seguros fueron puliéndose y expandiéndose gracias al comercio. Partiendo de esta actividad, se fueron extendiendo poco a poco a otros ámbitos de la sociedad. Así, los monarcas de Persia tenían por costumbre asegurar a sus súbditos y esclavos más preciados.
Ya pasados los años, en Génova, en el 1347 es cuando se tiene constancia de la primera póliza escrita. Este contrato aseguraba a un mercante y a su nave, la Santa Bárbara, frente a cualquier accidente, naufragio o asalto de piratas en su viaje a Mallorca.
Pero, el hecho que consiguió expandir a gran escala el uso de seguros fue el incendio de Londres de 1666. Duró tres días y arrasó alrededor de 13.000 hogares y 90 iglesias. Solamente un año después, se crearon toda clase de compañías de seguros de incendio que ofrecían coberturas para evitar que el desastre se volviera a producir.